Les voy a contar algo de mi más tierna infancia.
De pequeño me gustaba mucho Flans. Sí, las de Te-conocí-en-un-bazar-un-sábado-a-medio-día/ No-con-tro-les-mis-ves-ti-dos-No-con-tro-les-mis-sen-ti-dos-¡No!/ Las-mil-y-u-na-noches-que-pasé (Mil-y-una-noches [es el coro en “segunda voz”, quiero aclarar])-Contigo-(Mil-y-una-noches)/ El-otro-día-te-vi-pasar-cuando-ibas-corriendo-por-el-bulevar… shálala shálala
Entonces: estábamos en que me gustaba mucho Flans. Fue un gusto adquirido en primero de primaria y que conservé durante aquellos años mozos. En 1991 (justo cuando salí de primaria) el muy exitoso grupo de IlseIvonneyMimí pasó a mejor vida. Y entonces apareció una nueva afición.
Resulta ser que en un puesto de revistas me topé con una que tenía en portada a Flans. Decía esto: “¡Superespecial! Su historia completa”. Debido a que NO tenía dinero (nunca me daban para gastar en la escuela, porque me ponían un muy generoso lunch) mi mamá prometió comprármela. Y lo hizo.
¿La revista en cuestión? Eres. Cuando era tamaño “normal” y unisex. La verdad, el especial venía muy bien armadito.

A la quincena siguiente mi mamá llegó a casa con la Eres (¡salía Salma Hayek!) sin habérsela solicitado. Me dio gusto que me la llevara; sentía que estaba leyendo una revista para “grandes”, porque hablaba de universidades, de sexo (¡oh!), de música, de cine, etcétera etcétera. El acuerdo era simple:
--Mientras sigas yendo bien en la escuela, te la voy a seguir comprando— dijo mi madre.
Obvio, como era un ñoñazo de lo piorrrrrrr, pues mi romance con la Eres se extendió durante muuuuchos años… y juntas, las revistas, ocuparon muuuuucho espacio en mi cuarto, hasta acumular montañas y montañas.
Luego la Eres llegó al estrellato: tuvo sus premios, tuvo su canción (con Sasha y Caló). Después pasó lo que con muchas revistas: me dio weba, se convirtió en una revista femenina chiquita y finalmente, no hace mucho, regresó a ser grandota y unisex, pero ps ya no supe nada de esto.
Chachachocol (Sasha Sökol) y Caló cantan la canción ¡de una revista!
Pregunta: ¿Quién cantaría la de Chilango? ¿Y la de Buenhogar? ¿Y la de Alto Nivel?
De la Eres noventera había cuatro cosas que realmente me encantaban:
- Las entrevistas de portada. Realmente estaban bien hechas. Ahí, por ejemplo, Sasha habló por primera vez de su adicción a las drogas.
- Los textos de Pilar Obón. Cuando se topen con este nombre, lean el texto. Ella es genial (y actualmente colabora en Eve, by the way).
- Los test. Eran un prodigio nacional. Nada que ver con los de feisbuc. En esto realmente descubrías tu verdadera personalidad (ajá), tu profesión, tu verdadero amor, tu forma de ligar (ajá)… o bueno, por lo menos eso creías. Desde entonces los amo.
- La publicidad. Con ella forraba mis cuadernos de la secundaria. Había unos maravillosos, del Centro Cultural Arte Contemporáneo, de Televisa (en especial de una exposición llamada “El arte también divierte”), y de United Colors of Benetton.
Y estas últimas cuatro palabras nos llevarán a la segunda entrega de este post
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