domingo, 26 de julio de 2009

Telenovelas

Esto no es algo necesariamente para presumir: tengo una muy amplia cultura telenovelera. Afortunadamente –o al menos eso creo- dicho conocimiento taaaan especializado se ha visto mermado de forma importante en los últimos años. Uno, porque cada vez las hacen más chafitas y dos, por los horarios: ni modo que en el trabajo tenga mi tele para ver Atrévete a soñar y regrese disparado a casa para ver Pasión Morena o un bodrio por el estilo.
Más allá de protagonistas buenas y brutas y de canciones que se convierten en clásicos (Corazón Salvaje, Nada Personal), uno de los principales elementos de toda telenovela es su entrada. Hay unos que son verdaderos clásicos y otros que “no sirven pa’ná (diría el niño fanático de los Pumas). Para empezar, les dejo dos de pena ajena:

Guadalupe
Hubo un tiempo en que Eduardo Yañez y Adela Noriega estuvieron vetados por Televisa. A lo más que llegaba Yañez (próximo Juan del Diablo de la tercera edad) era a hacerla de guarura de Demi Moore en Streaptease.
Así las cosas, allá por 1994 ambos protagonizaron esta telenovela en Miami, y el resultado fue… ¡una telenovela de Miami! Es decir: protagonistas mexicanos, villana boricua, galán dominicano, hermana cubana, primos con acento argentino y locaciones tropipapayosas siempre horribles. Algo que nunca faltaba en estos primeros experimentos eran entradas con los créditos “subiendo”. Chéquense nomás:




Amor real
Carla Estrada ha repetido la fórmula de "te-presento-a-todo-mi-elenco-y-mi-historia-en-la-entrada-de-mi-novela" una y otra vez. La más reciente es Sortilegio. Pero ESTE bailecito multitudinario es, en pocas palabras, la definición de cursi: “algo que, con apariencia de elegancia o riqueza, es ridícula y de mal gusto”.

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